La historia de JOARJO, su posición como referente nacional en el sector del mecanizado, no se puede entender sin conocer la historia de su máximo responsable. En este primer capítulo conoceremos mejor a su actual propietario y la historia que le ha llevado a él y a esta empresa hasta hoy.
Y para ello no basta con retrotraernos al primer día en que Armando Mozota Liédana empezó a desempeñar sus responsabilidades como Propietario, sino que debemos remontarnos mucho más atrás, a su infancia en una familia donde aprendió valores como el trabajo, la constancia y la responsabilidad.
Por un lado su padre, Armando Mozota, quien tenía un taller de torno muy pequeño, como un cuarto que podría pasar por atrezzo de la serie de televisión ‘Cuéntame’. En él, las horas volaban y el trabajo solo paraba por un rato a la hora de comer y cenar, el poco tiempo que apenas podía disfrutar con su familia.
Por otro lado su madre, quien cuidaba de toda la casa y, por supuesto, de sus dos hijos. Ese sacrificio diario por el trabajo fue forjando los valores de «Armando Mozota 2», como le gusta firmar.
La buena educación en casa continuó entre Corazonistas el Colegio de la Sagrada Familia, hasta cumplir los diecisiete. Su padre, como la mayoría en aquella época, decidió que lo mejor para su futuro sería apuntarse a una academia para preparar las oposiciones para la banca y compaginarlo con el trabajo como ayudante del contable en la empresa familiar.
Llegó el momento de apuntarse a la primera oposición y fue entonces cuando un oportuno consejo de su abuelo cambió el rumbo profesional de Armando. “Hijo, si las apruebas entrarás de botones en el Banco de España y de botones te jubilarás”. De esta manera, Armando terminó tomando el relevo del contable de la empresa, si es que no lo había tomado ya antes. Las mañanas las dedicaba a labores de administración por las que no cobraba y por las tardes bajaba al taller de su padre a trabajar de peón, barriendo y lo que tocara, para reunir sus primeros sueldos.
Así, poco a poco y desde abajo, Armando Mozota 2 fue creciendo junto con una empresa familiar que ya estaba ahí desde 1957, tres años antes de su nacimiento en Zaragoza y que ahora cumple 64 años desde su fundación: el día en que su padre, Armando Mozota, y dos amigos, Joaquín López de Medrano y José Guillén, fundaron Talleres JOARJO, un acrónimo de sus nombres.
Tristemente, el fallecimiento de su padre llegó demasiado pronto, hace 28 años. Por entonces, Armando ya manejaba con soltura los tornos y pudo contratar a una secretaria para la labor administrativa de la empresa, al tiempo que Armando se dedicaba a otras tareas que necesitaban atención. «No hay éxito sin esfuerzo», una frase que le definió día tras día y durante los 23 años donde llegaba a trabajar más de doce horas diarias.
Hoy Armando Mozota 2 sigue disfrutando del crecimiento de JOARJO, en un despacho con vistas al gran taller que nada tiene que ver con el que le vio crecer, y al que sigue bajando cámara de móvil en mano para grabar in situ las diferentes y avanzadas máquinas en pleno funcionamiento.
«Inversión en equipos humanos y en equipos técnicos, lo último de lo último». Son pequeños momentos que aprovecha para compartir momentos con el gran equipo humano del que siempre presume con orgullo cuando tiene oportunidad. Todo esto no hubiera sido posible sin la continua reinversión y mejora.
Armando Mozota 2 tiene claro que la excelencia empresarial de JOARJO se debe a la fijación de objetivos comunes para todos los que conforman la empresa: el equipo por encima de las individualidades, colaboración estrecha con cada cliente y, además, una destacada responsabilidad social corporativa para devolver a la sociedad lo que le ha dado.
Esto último ayuda a retratar mejor su figura, así como la definición que hace de si mismo.
Reconoce que la vida le ha llevado por el camino de la industria y de la técnica, pero se considera un humanista, amante de la historia y el arte, que ha intentado disfrutar de la belleza el escaso tiempo libre que su trabajo le ha permitido. Ahora más, gracias a las responsabilidades que su hija Isabel Mozota, actual Reponsable Comercial, va adoptando en la empresa.
Cuando le preguntan cuándo dejará de acudir diariamente a la empresa, su amor por el trabajo toma la palabra: «Mientras el cuerpo aguante…».